Por eso cuando me comentó la idea de escribir un post en esta humilde casa, que es mi blog, me pareció fabuloso.
Seguro que muchos ya la conocéis pero si queda algún despistado hoy tengo el placer de mostraros un trocito de ella.
Estoy segura de que os parecerá super interesante lo que nos cuenta a continuación.
Os dejo con ella.
Los bebés no lloran por capricho
Antes de empezar
quiero dar las gracias a Teta por dejarme un huequito en su espacio.
Reconozco que me siento un poco rara, su estilo y sus historias me han hecho
reír tanto leyéndola… qué os voy a contar, aunque también he de decir que me he
emocionado más de una vez.
Soy Carol, del
blog Minerva y su mundo. Hace
poco he terminado mi formación, tras un año muy intenso, como Asesora en Maternidad y Crianza, Asesora
Continuum. Aquí
puedes ver cómo concibo la maternidad y la crianza. Si quieres conocer mi web,
donde ofrezco asesorías
y talleres,
además de la venta de productos relacionados con la crianza, te invito a
visitar Soñando Duendes.
Quiero
aprovechar para hablar de contacto, pero no voy a hablar exclusivamente de
porteo, ya que si quieres conocer sus beneficios
o los motivos
para portear a nuestros pequeños lo puedes hacer en esos enlaces. Sino que
quiero profundizar un poco más.
Tras nueve meses
de embarazo el bebé nace “inmaduro”. Esto al contrario de lo que se suele
pensar es una ventaja, nace en el momento adecuado para atravesar el canal del
parto sin ningún riesgo para la madre, con los reflejos necesarios para
sobrevivir, y con un potencial de desarrollo cerebral increíble, si se le
ofrecen las mismas condiciones que tenía en el útero materno. El bebé necesita por tanto de un periodo de
exterogestación, gestación en el exterior, el abrazo continuo, el alimento
constante, el calor permanente y la seguridad de saberse protegido. Esto se lo
aporta el regazo de su madre una vez nacido, las mismas condiciones que tenía
en el útero.
Cuando el bebé
comienza a poder desplacerse por si sólo, a gastas, interesándose en explorar
más allá de los brazos de mamá o papá, aunque siempre teniéndoles cerca, es
cuando su cerebro alcanza el 50% de su desarrollo. De ahí la importancia de
ofrecer al bebé las condiciones que necesita para ese gran desarrollo, no sólo
cerebral, sino también emocional y físico, que sucede en los primeros años de
vida, y especialmente en esos primeros meses. Y esas condiciones que favorecen su desarrollo son las mismas en el útero
y en los brazos de la madre.
Nuestros bebés son dependientes, nos necesitan para sobrevivir, necesitan
que les alimentemos, que les cambiemos el pañal, pero también necesitan nuestro
cariño y contacto, y todo esto lo necesitan constantemente, especialmente
durante los primeros nueve meses de vida. Han llegado a un mundo enorme para
ellos, que no conocen, en el que no pueden manejarse sin nuestra ayuda, después
de estar nueve meses constantemente contenidos por su madre. Una vez en el
exterior necesitan lo mismo y la única manera que tienen de pedirlo es mediante
el llanto.
El bebé es puro
instinto y emoción, no tiene capacidad para racionalizar que su madre tarda en
cogerlo porque está en el baño, por ejemplo. Como he comentado, su desarrollo
cerebral es muy inmaduro aún, y sólo sabe que necesita ser consolado ya, porque
vive en el momento presente. No tiene conciencia del tiempo, y sólo concibe recibir lo que le corresponde
como bebé mamífero y humano que es.
Por eso cuando
un bebé llora desconsoladamente en el carrito o en la cuna, después de haberle
amamantado y dejado limpio, es porque se siente terriblemente solo, siente
pánico ante lo que le pueda suceder, su instinto de supervivencia le dice que
sólo el contacto físico le salvará de los depredadores. A parte, un bebé despierto que está solo en la cuna
o en el carro, no tiene ningún estímulo, todo es pasividad, monotonía y soledad.
La sociedad nos
dice que no les cojamos porque se malacostumbran, que les alimentemos con
horarios y que hay que acostumbrarles a que duerman solos. Y siento ser tan
drástica, pero si queremos que se consuelen solos, darles de comer cuando
consideremos oportuno sin que se quejen, que sean independientes cuanto antes y
en definitiva que no nos molesten, quizás deberíamos plantearnos si lo que
queremos tener es un bebé humano o un bebé reptil, al que podemos dejar en un
terrario y se quede sin rechistar, no nos pide brazos, se las apaña solo y come
en su momento. Es obvio que no somos reptiles y además de los cuidados básicos necesitamos otro tipo de cuidados
amorosos y cercanos para desarrollarnos de forma íntegra.
Los portabebés
son la opción más cómoda para satisfacer las necesidades de nuestros hijos,
mientras nos dan la opción de poder realizar otras actividades. No sólo ofrecen
ese contacto sino que nos hacen la vida más fácil. Pero no es la única forma de
disfrutar del contacto con nuestros pequeños.
Podemos nutrir a
nuestro hijo de caricias con un masaje, disfrutando de un momento familiar
especial, sólo para nosotros y el bebé. Las
hormonas generadas por el placer de las caricias y la simple mirada, equilibran
todo los sistemas del organismo. ¿Os habéis dado alguna vez un masaje
relajante, sólo por placer?
El colecho es otra forma de contacto, es sobre todo una buena manera de recuperar el tiempo perdido cuando mama y bebé pasan muchas horas separados durante el día. Sin duda el colecho (obvio decir que hay que tener en cuenta unas recomendaciones de seguridad, aquí puedes leer sobre colecho seguro) es otra forma de disfrutar de nuestra familia, si no ¿por qué nosotros no dormimos solos? No digo que todas las familias deban colechar, sino que se tenga en cuenta que el colecho puede facilitar el descanso, entre otras cosas.
Sobra decir que
si tienes alguna duda sobre cualquier aspecto de tu maternidad o crianza puedes
contactar aquí
conmigo.
De nuevo dar las
gracias a la Teta Reina
por hacerme cedido un ratito su espacio.
Imprimir