Volver de vacaciones siempre resulta duro.
Después de 11 días de vacaciones escolares los ritmos están descuadrados no, lo siguiente.
A Boliche le ha costado bastante volver a la rutina, aunque para ajustarnos más a la realidad, debería decir que lo que le ha costado ha sido volver a Madrid.
Se ha vuelto adicto al pueblo y sus niveles de embrutecimiento ya superan los míos con creces.
Se lo pasa tan tan tan bien que luego claro, ¿cómo va a querer volver?
Desde que se levanta ya está haciendo lo que más le gusta, correr, jugar y estar en la calle.
En nuestro piso lo de correr... digamos que resulta algo complicado por aquello de vivir en la casa de Pin y pon. Y en lo que respecta a salir a la calle pues no es que en la ciudad no se pueda salir, pero digamos que... bueno... en fin... que eso de salir en pijama, pues como que no está muy bien visto.
En el pueblo Boliche se levanta y lo primero que hace es salir a la calle a saludar a los gatos. Sube, baja, entra, sale..., y después de desayunar y prepararse sale a la calle otra vez y ya es un no parar.
Le ha sacado el jugo a esta Semana Santa exprimiendo a tope cada minuto.
No os hacéis una idea de la cara de felicidad que puso cuando vio sus botas de agua. Esas que le compré el verano pasado en Asturias y que solo se había puesto 3 veces en agosto.
De buena gana se hubiera metido en la cama a dormir con ellas.
Nos comemos la cabeza pensando en los juguetes que le debemos comprar para que ellos se lo pasen bien y les saquen provecho y luego resulta que con unas botas de agua son los reyes de mambo.
Para Boliche no hay nada más divertido que "charcar en los charcos".
Yo charco, tú charcas, él charca...
Con este plan que se puede esperar...
Si además le añadimos que la seño de Boliche se ha dado de baja porque está embarazada de 26 semanas, pues es fácil suponer que la vuelta al cole no ha sido tan divertida como nos vende en septiembre los del Corte "Inguels".
Según Boliche, a la seño todavía no le han abierto la barriga para que salga el bebé. Se debe pensar que como el salio por "la sonrisa" de mi barriga, el resto de los niños del mundo vienen de la misma manera.
Así que tenemos otra seño semi-nueva. Y digo lo de semi porque es una docente del centro que ya conocemos pero que estaba de apoyo en otras clases, así que al menos se sabe los nombres de los niños, que ya es algo.
La nueva seño parece agradable, siempre con la sonrisa en la cara, que para mí ya es buena señal. El resto lo iremos viendo según vayan desarrollándose los acontecimientos.
Menos mal que queda poco para que acabe el curso, porque empezar en un cole nuevo, con compis nuevos y seño nueva y que se coja la baja a los 2 o 3 meses es una autentica guarrada para los niños, pero bueno, son cosas que pasan.
Esta suma de factores hace que haya sido tremendamente complicado despertar a Boliche por las mañanas. Algún día le ha costado llorar y otro se ha quedado dormido estando ya vestido. Un cromo...
Pero no ha sido al único al que le ha costado la adaptación, porque aquí una servidora, que solo ha tenido 4 días de asueto, ha llegado al día de hoy, medio arrastras, con sueño y con un dolor de espalda que parecen dos.
Menos mal que hoy es viernes... porque... HOY ES VIERNES!!!! lo sabíais, ¿verdad?.
Feliz fin de semana!
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Luchando en una guerra sin cuartel por la supervivencia de nuestro pequeño tesoro: LA LACTANCIA MATERNA.
"...El placer ha sido mio..."
...El placer ha sido mío...
SACRIFICIO (RAE): Acción a que alguien se sujeta con gran repugnancia por consideraciones que a ello le mueven.
No, señores y señoras, dar el pecho no debe ser un sacrificio. Debe ser un PLACER.
SACRIFICIO (RAE): Acción a que alguien se sujeta con gran repugnancia por consideraciones que a ello le mueven.
No, señores y señoras, dar el pecho no debe ser un sacrificio. Debe ser un PLACER.
viernes, 13 de abril de 2012
martes, 10 de abril de 2012
La Sra. Q (IV)
Volver a Nápoles siempre era como volver a casa.
Aquella ciudad bulliciosa, caótica, sucia y pintoresca, guardaba además otros encantos de los cuales era difícil no enamorarse.
Nick iba absorto con el paisaje que corría tras las ventanillas del coche, mientras Tonino le ponía al día con las novedades familiares y le daba todo lujo de detalles sobre los preparativos de su boda con Isabella, su novia de toda la vida.
Notó que su teléfono vibraba en el bolsillo de su chaqueta y lo sacó para chequearlo.
Era un mensaje de Mary, la chica que le ayudaba a mantener su piso en relativo orden.
-Nick, un mensajero acaba de traer un sobre para ti. Viene con carácter urgente pero no tiene remitente, ¿quieres que haga algo con él?
Un sobre..., no esperaba nada, o sí...
Buscó en su cartera la nota, la desdobló y volvió a leer.
"No siempre en el amor y en la guerra vale todo. La banda de Xiao Jiu Wu tiene retenida a la "Reina".
Usted pone el precio. Mañana le llegará un sobre con el listado de los agentes colaboradores. Q."
Ese sobre debía ser del que hablaba la nota. Pero, ¿cómo sabía ella la dirección de su domicilio personal?.
Dudó durante unos segundo y volvió a coger su teléfono para contestar a Mary con otro mensaje.
- Gracias Mary. Tranquila, déjalo en el primer cajón del escritorio. Volveré en un par de días. Un abrazo.
Seguía tan concentrado en la pantalla del teléfono que no se percató de que estaban entrando en el garaje de la casa familiar hasta que la oscuridad lo inundó todo.
Cogió su bolsa de mano y se dirigieron hacía el ascensor que daba acceso a la primera planta de la vivienda.
Después de los saludos, los abrazos, los besos, las risas. Nick acompañó a Giuseppe a su biblioteca para charlar de una forma más tranquila y privada.
De camino a la biblioteca Nick no pudo evitar echar de menos a Luciana.
Helena le comentó que Luciana había tenido que marcharse a Capri para resolver unos asuntos sobre sus negocios.
Le explicó que Luciana había abierto un par de tiendas de souvenirs para turistas en la bella isla y habitualmente tenía que viajar allí, pero que esperaban que regresara en un par de días.
Quizá el tiempo suficiente para que no se encontraran allí, pensó Nick con cierto escozor.
"El Napolitano" se acomodaba en su viejo sillón mientras Nick cerraba la puerta de la biblioteca tras de si. Después tomó asiento frente a su viejo amigo y ambos se miraron unos segundos en silencio.
En los ojos de Giuseppe se adivinaba cierta chispa divertida y es que aquel asunto "de trabajo" de Nick le resultaba tremendamente curioso.
Giuseppe levantó ambas manos de los brazos del sillón y las dejó caer nuevamente sobre ellos.
- Bien querido Nick, cuentame, ¿en qué puedo ayudarte?
Nick, sacó su cartera y de ella la nota de la misteriosa "Sra. Q", la desdobló y se la entregó a Giuseppe.
- ¿Qué opinas de esto, Giuseppe?
Después de leer la nota, Giuseppe levantó la vista y la chispa divertida de sus ojos se había esfumado.
- ¿En qué andas metido, Nick?
- De momento no lo sé. Acaban de contratar mis servicios pero tengo poca información.
Por eso he venido. ¿Qué me puedes contar de la banda de Xiao Jiu Wu? y sobre todo, ¿sabes a quién o qué se refiere con eso de "la Reina"?
- Lo que sé es que no te conviene relacionarte con la banda de Xiao... - dudó unos segundo y prosiguió- ... sobre todo trafican con obras de arte.
- Bueno Giuseppe, eso no me preocupa. Tú también te mueves en ese mundo desde hace años.
- No Nick, ellos le dan salida a otro tipo de "objetos de arte"- Nick notó que mientras Giuseppe terminaba la frase, se revolvia incómodo en su viejo sillón.
- ¿A qué objetos te refieres Giuseppe?
- Creeme Nick, es mejor que no tengas toda la información; es más, creo que deberías rechazar este trabajo.
- Me parece que es demasiado tarde para eso, acaba de llegarme a casa información sobre varios colaboradores. Ya estoy metido de lleno en el tema, así que te agradeceré cualquier información que me puedas dar sobre el tema.
- Está bien Nick, pero ándate con cuidado. Estás metiendo la caña en un río peligroso. Déjame que haga unas llamadas y veré que puedo averiguar al respecto.
- Gracias.
- ¿Por qué no subes mientras, te das una ducha y te pones algo más cómodo?, Teté servirá la cena en breve- dijo mirando su reloj de bolsillo.
- Me parece una idea estupenda, estoy deseando probar ese guiso de carne que perfuma la cocina- le guiñó un ojo a su viejo amigo, se dio la vuelta y se marchó de la biblioteca.
Después de ducharse y cambiarse de ropa, Nick bajó al comedor donde ya se encontraba Giuseppe presidiendo la mesa.
Estaba solo y todavía se escuchaban los gritos alborotadores de los niños con sus juegos en el jardín.
- Siéntate a mi lado Nick, hoy puedes ocupar el lugar de Nana, ¿sabes que no está, verdad?
- Lo sé, me ha dicho Helena que estaba en Capri haciendo gestiones sobre los negocios.
- Sí, eso dijo diez minutos después de enterarse de que tú habías tomado un vuelo hacia aquí. Mujeres...
Nick, prefirió no comentar nada. No quería hablar de Luciana, así que cambió de tema.
- Dime Giuseppe, ¿has averiguado algo?
- Sí, pero no sé si te podrá servir de ayuda. Uno de mis contactos me acaba de enviar el siguiente mensaje, a través de Tonino.- y Giuseppe alargó la mano para entregarle una nota a Nick - Adelante Nick, leela.
" Hay revuelo en los muelles de Shanghai, parece ser que han cambiado el horario y la ruta de uno de los cargueros sin avisar, afectando todo el tráfico marítimo por causas desconocidas. No he podido averiguar gran cosa pero los marineros hablan con reverencia y cierto temor del camarote 10544."
Nick levantó la mirada y se encontró con los ojos de "el Napolitano". Buscó en ellos alguna pista, alguna respuesta, pero solo pudo reconocer algo que le confundió aun más. En los ojos del viejo Giuseppe había... temor.
Continuará...
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Aquella ciudad bulliciosa, caótica, sucia y pintoresca, guardaba además otros encantos de los cuales era difícil no enamorarse.
Nick iba absorto con el paisaje que corría tras las ventanillas del coche, mientras Tonino le ponía al día con las novedades familiares y le daba todo lujo de detalles sobre los preparativos de su boda con Isabella, su novia de toda la vida.
Notó que su teléfono vibraba en el bolsillo de su chaqueta y lo sacó para chequearlo.
Era un mensaje de Mary, la chica que le ayudaba a mantener su piso en relativo orden.
-Nick, un mensajero acaba de traer un sobre para ti. Viene con carácter urgente pero no tiene remitente, ¿quieres que haga algo con él?
Un sobre..., no esperaba nada, o sí...
Buscó en su cartera la nota, la desdobló y volvió a leer.
"No siempre en el amor y en la guerra vale todo. La banda de Xiao Jiu Wu tiene retenida a la "Reina".
Usted pone el precio. Mañana le llegará un sobre con el listado de los agentes colaboradores. Q."
Ese sobre debía ser del que hablaba la nota. Pero, ¿cómo sabía ella la dirección de su domicilio personal?.
Dudó durante unos segundo y volvió a coger su teléfono para contestar a Mary con otro mensaje.
- Gracias Mary. Tranquila, déjalo en el primer cajón del escritorio. Volveré en un par de días. Un abrazo.
Seguía tan concentrado en la pantalla del teléfono que no se percató de que estaban entrando en el garaje de la casa familiar hasta que la oscuridad lo inundó todo.
Cogió su bolsa de mano y se dirigieron hacía el ascensor que daba acceso a la primera planta de la vivienda.
Después de los saludos, los abrazos, los besos, las risas. Nick acompañó a Giuseppe a su biblioteca para charlar de una forma más tranquila y privada.
De camino a la biblioteca Nick no pudo evitar echar de menos a Luciana.
Helena le comentó que Luciana había tenido que marcharse a Capri para resolver unos asuntos sobre sus negocios.
Le explicó que Luciana había abierto un par de tiendas de souvenirs para turistas en la bella isla y habitualmente tenía que viajar allí, pero que esperaban que regresara en un par de días.
Quizá el tiempo suficiente para que no se encontraran allí, pensó Nick con cierto escozor.
"El Napolitano" se acomodaba en su viejo sillón mientras Nick cerraba la puerta de la biblioteca tras de si. Después tomó asiento frente a su viejo amigo y ambos se miraron unos segundos en silencio.
En los ojos de Giuseppe se adivinaba cierta chispa divertida y es que aquel asunto "de trabajo" de Nick le resultaba tremendamente curioso.
Giuseppe levantó ambas manos de los brazos del sillón y las dejó caer nuevamente sobre ellos.
- Bien querido Nick, cuentame, ¿en qué puedo ayudarte?
Nick, sacó su cartera y de ella la nota de la misteriosa "Sra. Q", la desdobló y se la entregó a Giuseppe.
- ¿Qué opinas de esto, Giuseppe?
Después de leer la nota, Giuseppe levantó la vista y la chispa divertida de sus ojos se había esfumado.
- ¿En qué andas metido, Nick?
- De momento no lo sé. Acaban de contratar mis servicios pero tengo poca información.
Por eso he venido. ¿Qué me puedes contar de la banda de Xiao Jiu Wu? y sobre todo, ¿sabes a quién o qué se refiere con eso de "la Reina"?
- Lo que sé es que no te conviene relacionarte con la banda de Xiao... - dudó unos segundo y prosiguió- ... sobre todo trafican con obras de arte.
- Bueno Giuseppe, eso no me preocupa. Tú también te mueves en ese mundo desde hace años.
- No Nick, ellos le dan salida a otro tipo de "objetos de arte"- Nick notó que mientras Giuseppe terminaba la frase, se revolvia incómodo en su viejo sillón.
- ¿A qué objetos te refieres Giuseppe?
- Creeme Nick, es mejor que no tengas toda la información; es más, creo que deberías rechazar este trabajo.
- Me parece que es demasiado tarde para eso, acaba de llegarme a casa información sobre varios colaboradores. Ya estoy metido de lleno en el tema, así que te agradeceré cualquier información que me puedas dar sobre el tema.
- Está bien Nick, pero ándate con cuidado. Estás metiendo la caña en un río peligroso. Déjame que haga unas llamadas y veré que puedo averiguar al respecto.
- Gracias.
- ¿Por qué no subes mientras, te das una ducha y te pones algo más cómodo?, Teté servirá la cena en breve- dijo mirando su reloj de bolsillo.
- Me parece una idea estupenda, estoy deseando probar ese guiso de carne que perfuma la cocina- le guiñó un ojo a su viejo amigo, se dio la vuelta y se marchó de la biblioteca.
Después de ducharse y cambiarse de ropa, Nick bajó al comedor donde ya se encontraba Giuseppe presidiendo la mesa.
Estaba solo y todavía se escuchaban los gritos alborotadores de los niños con sus juegos en el jardín.
- Siéntate a mi lado Nick, hoy puedes ocupar el lugar de Nana, ¿sabes que no está, verdad?
- Lo sé, me ha dicho Helena que estaba en Capri haciendo gestiones sobre los negocios.
- Sí, eso dijo diez minutos después de enterarse de que tú habías tomado un vuelo hacia aquí. Mujeres...
Nick, prefirió no comentar nada. No quería hablar de Luciana, así que cambió de tema.
- Dime Giuseppe, ¿has averiguado algo?
- Sí, pero no sé si te podrá servir de ayuda. Uno de mis contactos me acaba de enviar el siguiente mensaje, a través de Tonino.- y Giuseppe alargó la mano para entregarle una nota a Nick - Adelante Nick, leela.
" Hay revuelo en los muelles de Shanghai, parece ser que han cambiado el horario y la ruta de uno de los cargueros sin avisar, afectando todo el tráfico marítimo por causas desconocidas. No he podido averiguar gran cosa pero los marineros hablan con reverencia y cierto temor del camarote 10544."
Nick levantó la mirada y se encontró con los ojos de "el Napolitano". Buscó en ellos alguna pista, alguna respuesta, pero solo pudo reconocer algo que le confundió aun más. En los ojos del viejo Giuseppe había... temor.
Continuará...
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FRIKADAS DE LA TETA,
LA Sr. Q,
RELATOS
martes, 3 de abril de 2012
Por descanso del personal...
martes, 27 de marzo de 2012
Vamos a contar mentiras, tralará...
Llevo días para contaros como fue el día de Boliche en la granja escuela pero como ando liada con la Sra. Q y con mil historias más, no encuentro momento. Hace un rato el leído el post de Suu y me he dicho, no lo dejes más, que al paso que vas lo cuentas el día de la graduación.
Y hablando de "La Sra. Q", me preguntáis muchos que de qué va el tema. No puedo decir nada todavía, pero es un relato que está relacionado con el blog. Dentro de poco se irá resolviendo el tema.
Como le decía a Tricius el otro día por el TW, no tengo intención de que convertir esto en un "Santa Bárbara 2" pero no seáis impacientes, todo a su tiempo ;)
Volviendo al tema que nos trae, hace unas semanas Boliche estuvo en una granja escuela. El pueblo donde se encuentra localizada es Chapinería.
Boliche se lo pasó teta!
Vino emocionado y derrotado de cansancio. No pararon de hacer cosas chulas y además no hubo siesta, claro.
Vieron mucho animales, que él ya conocía e hicieron muchas actividades. Jugar, pintar, hacer pan, etc.
Nos contó todo lo que había hecho, pero lo que más le llamó la atención fue:
- Que había un toro.
- Que había un ternerito que quería la teta de su mamá.
- Que se pudieron montar en un burro.
Lo del toro no me sorprende porque tenemos la casa llena de toros y de caballos, de juguete, of course.
Lo de la teta... tampoco me sorprende, claro, Boliche-teta, teta- Boliche, dos palabras, un solo concepto.
Y lo del burro. Aquello debió de ser un momentazo. Me hubiera encantado verlo, pero me lo imagino.
Boliche subido en el burro, entre nervioso y asustado pero pletórico y felizmente emocionado mientras los demás compañeros le jaleaban.
" Boliche, Boliche, Boliche!!!"
Al parecer según nos contó, cada vez que se montaba algún niño en el burro, el resto de compañeros le acompañaba con sus gritos, animándole y jaleándole. Me lo estoy imaginando!
Después de el tiempo que ha transcurrido, cuando se acuerda de la granja, lo que más comenta es lo del ternerito-teta-mamá. Lo dice y se ríe, con esa risa pilla tan adorable que tiene. Luego viene y dice, como la teta de mamá...
- eh eh un momento!, comó que como la teta de mamá?????, me estás diciendo que soy una vaca?????
Y se ríe el muy bandido...
- Nooooo que la vaca le da de comer teta, como mi mamaaaaaaaá
- Aaaaah vale, creíaaaaaaa
Y se muere de risa mientras le torturo con millones de cosquillas.
Me encanta hacerle cosquillas, os lo he dicho alguna vez?. Es adictivo escuchar sus carcajadas. Es genial.
Y que tiene todo esto que ver con el título?, ahora voy con ello.
Cuando llegaron de la granja, le fui a buscar como todos los días. Nos acercamos a casa de los abuelos a merendar y después de estar un rato allí, yo me fui a hacer unos recados y luego me fui a casa. Su padre se acercó a recogerlo y luego vinieron los dos a casa.
Según entraban por la puerta Boliche venía pidiendo un zumo (de brik) y le pregunto si no ha tomado ya un zumo en casa de la abuela (los miércoles va su primo a casa de la abuela y meriendan siempre un zumo y fruta)...
- No has tomado zumo en casa de la abuela?
- No
- Seguro?
- (me mira con cara de no estar diciendo la verdad pero él sigue con su idea) Seguro
- No me estarás mintiendo?
- No
- Entonces puedo llamar a la abuela para preguntarle?
- No! (empieza a poner cara de enfadado)
- Boliche, si me mientes me voy a enfadar, sabes que no está bien mentir, verdad?
- No la llames!
- Dime la verdad porque la voy a llamar, has tomado zumo en casa de la abuela?
- Nooooo!!!
Si no lo supiera con seguridad quizá no hubiera llamado, pero estaba segura de que había tomado ese dichoso zumo.
Esta ha sido la primera vez que me enfrento a una situación así con él. Sabía que tarde o temprano se tendría que dar, va en la evolución del ser humano. Pero no por ello deja de "fastidiarme" y fascinarme a partes iguales.
Cuando digo "fastidiarme", me refiero al hecho en si de saber que alguien te está mintiendo, en este caso un enano de 3 años cuya mentira más peligrosa puede ser eso, decir que se no se ha tomado ningún zumo cuando no es cierto.
Hablando de verdades, ciertamente, valga la "rebuznancia", lo que me molesta es que haya empezado tan pronto.
Yo, en mi inocencia de madre primeriza, pensé que esto de las "trolas" empezaría algo más tarde, más o menos como a los18 5 años, pero o el niño me ha salido precoz no solo con los casamientos o es que yo estaba muy equivocada.
Os podéis imaginar como acabó la cosa..., llamada a la abuela, la abuela que no sabe de que va la cosa y dice la verdad (porque si le digo de que va la milonga es capaz de soltar otra trola con tal de echarle un capote a su adorado nieto), que efectivamente el pipiolo ya se ha tomado un zumo con su primo como todos los miércoles y por consiguiente charla seria, larga y profunda con Boliche de por qué no se debe mentir (y menos a papá y a mamá).
Boliche llorando se queda sin zumo, lo-siento-pero-las-cosas-no-son-así-la-próxima-vez-hay-que decir-la-verdad-querido... y bla bla bla.
Ahí se quedó la cosa hasta que por la noche cuando ya se está metiendo en la cama (KO total por el día tan intenso en la granja) le pregunta su padre seriamente,
- Bueno Boliche, entonces que has aprendido hoy de lo que ha pasado esta tarde?
- Que no se relincha
O_O
Jajajajajajajajaja, una hora casi con el rollo de la mentira y te sale con esas!
Ni que decir tiene, que como somos fans de los cuentos ya estamos dándole caña a Pinocho y a Pedro y el lobo... faltaría más.
¿Cómo afrontáis vosotros con vuestros hijos el tema de las metiras?
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Y hablando de "La Sra. Q", me preguntáis muchos que de qué va el tema. No puedo decir nada todavía, pero es un relato que está relacionado con el blog. Dentro de poco se irá resolviendo el tema.
Como le decía a Tricius el otro día por el TW, no tengo intención de que convertir esto en un "Santa Bárbara 2" pero no seáis impacientes, todo a su tiempo ;)
Volviendo al tema que nos trae, hace unas semanas Boliche estuvo en una granja escuela. El pueblo donde se encuentra localizada es Chapinería.
Boliche se lo pasó teta!
Vino emocionado y derrotado de cansancio. No pararon de hacer cosas chulas y además no hubo siesta, claro.
Vieron mucho animales, que él ya conocía e hicieron muchas actividades. Jugar, pintar, hacer pan, etc.
Nos contó todo lo que había hecho, pero lo que más le llamó la atención fue:
- Que había un toro.
- Que había un ternerito que quería la teta de su mamá.
- Que se pudieron montar en un burro.
Lo del toro no me sorprende porque tenemos la casa llena de toros y de caballos, de juguete, of course.
Lo de la teta... tampoco me sorprende, claro, Boliche-teta, teta- Boliche, dos palabras, un solo concepto.
Y lo del burro. Aquello debió de ser un momentazo. Me hubiera encantado verlo, pero me lo imagino.
Boliche subido en el burro, entre nervioso y asustado pero pletórico y felizmente emocionado mientras los demás compañeros le jaleaban.
" Boliche, Boliche, Boliche!!!"
Al parecer según nos contó, cada vez que se montaba algún niño en el burro, el resto de compañeros le acompañaba con sus gritos, animándole y jaleándole. Me lo estoy imaginando!
Después de el tiempo que ha transcurrido, cuando se acuerda de la granja, lo que más comenta es lo del ternerito-teta-mamá. Lo dice y se ríe, con esa risa pilla tan adorable que tiene. Luego viene y dice, como la teta de mamá...
- eh eh un momento!, comó que como la teta de mamá?????, me estás diciendo que soy una vaca?????
Y se ríe el muy bandido...
- Nooooo que la vaca le da de comer teta, como mi mamaaaaaaaá
- Aaaaah vale, creíaaaaaaa
Y se muere de risa mientras le torturo con millones de cosquillas.
Me encanta hacerle cosquillas, os lo he dicho alguna vez?. Es adictivo escuchar sus carcajadas. Es genial.
Y que tiene todo esto que ver con el título?, ahora voy con ello.
Cuando llegaron de la granja, le fui a buscar como todos los días. Nos acercamos a casa de los abuelos a merendar y después de estar un rato allí, yo me fui a hacer unos recados y luego me fui a casa. Su padre se acercó a recogerlo y luego vinieron los dos a casa.
Según entraban por la puerta Boliche venía pidiendo un zumo (de brik) y le pregunto si no ha tomado ya un zumo en casa de la abuela (los miércoles va su primo a casa de la abuela y meriendan siempre un zumo y fruta)...
- No has tomado zumo en casa de la abuela?
- No
- Seguro?
- (me mira con cara de no estar diciendo la verdad pero él sigue con su idea) Seguro
- No me estarás mintiendo?
- No
- Entonces puedo llamar a la abuela para preguntarle?
- No! (empieza a poner cara de enfadado)
- Boliche, si me mientes me voy a enfadar, sabes que no está bien mentir, verdad?
- No la llames!
- Dime la verdad porque la voy a llamar, has tomado zumo en casa de la abuela?
- Nooooo!!!
Si no lo supiera con seguridad quizá no hubiera llamado, pero estaba segura de que había tomado ese dichoso zumo.
Esta ha sido la primera vez que me enfrento a una situación así con él. Sabía que tarde o temprano se tendría que dar, va en la evolución del ser humano. Pero no por ello deja de "fastidiarme" y fascinarme a partes iguales.
Cuando digo "fastidiarme", me refiero al hecho en si de saber que alguien te está mintiendo, en este caso un enano de 3 años cuya mentira más peligrosa puede ser eso, decir que se no se ha tomado ningún zumo cuando no es cierto.
Hablando de verdades, ciertamente, valga la "rebuznancia", lo que me molesta es que haya empezado tan pronto.
Yo, en mi inocencia de madre primeriza, pensé que esto de las "trolas" empezaría algo más tarde, más o menos como a los
Os podéis imaginar como acabó la cosa..., llamada a la abuela, la abuela que no sabe de que va la cosa y dice la verdad (porque si le digo de que va la milonga es capaz de soltar otra trola con tal de echarle un capote a su adorado nieto), que efectivamente el pipiolo ya se ha tomado un zumo con su primo como todos los miércoles y por consiguiente charla seria, larga y profunda con Boliche de por qué no se debe mentir (y menos a papá y a mamá).
Boliche llorando se queda sin zumo, lo-siento-pero-las-cosas-no-son-así-la-próxima-vez-hay-que decir-la-verdad-querido... y bla bla bla.
Ahí se quedó la cosa hasta que por la noche cuando ya se está metiendo en la cama (KO total por el día tan intenso en la granja) le pregunta su padre seriamente,
- Bueno Boliche, entonces que has aprendido hoy de lo que ha pasado esta tarde?
- Que no se relincha
O_O
Jajajajajajajajaja, una hora casi con el rollo de la mentira y te sale con esas!
Ni que decir tiene, que como somos fans de los cuentos ya estamos dándole caña a Pinocho y a Pedro y el lobo... faltaría más.
¿Cómo afrontáis vosotros con vuestros hijos el tema de las metiras?
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viernes, 23 de marzo de 2012
La Sra. Q (III)
Hablar con Luciana, o Nana como la llamaban los de casa, seguía resultándole relativamente "incómodo" después de tantos años.
Le había costado mucho tiempo superar aquella ruptura. Siguió enamorado de ella mucho tiempo después. Y aunque él creía estar convencido de que aquello ya era agua pasada, lo ocurrido hace tres años volvió a resucitar viejos fantasmas que le acompañaban en silencio hasta el día de hoy.
Estaba convencido de que su especialidad eran las relaciones tortuosas. Luciana y Teza eran una prueba de ello.
Pero lo de Luciana se había vuelto a convertir en un libro sin terminar.
Si cerraba los ojos unos segundos aun podía percibir el perfume de su piel, suave, tibia y aun firme.
Nick nunca perdió el contacto con la familia de ella. Esos lazos de cariño y amistad siempre se mantuvieron fuertes y vivos.
Cada cuatro o cinco años, Nick viajaba hasta Nápoles para ver a todos, especialmente a Giuseppe, al que quería casi como a un padre.
Giuseppe siempre le insistía en que se quedara allí con ellos viviendo, trabajando. Pero Nick prefería mantenerse del lado de la legalidad. Intentando evitar cualquier contacto con cualquiera de los asuntos turbios que rodeaban a la familia del napolitano.
Tres años atrás, durante el verano más caluroso que él recordaba haber vivido, Giuseppe le llamó para encargarle un trabajo. Todo legal. Una pequeña investigación sobre un posible socio con el que estaban valorando iniciar un "business".
Después de recabar toda la información necesaria, Nick cogió un vuelo rumbo a Napoles para informar a Giuseppe de sus averiguaciones y aprovechar para pasar unos días con ellos, pues hacía ya bastante tiempo que no los veía.
La estancia en casa de "el Napolitano" resultó tan agradable como siempre. Conocía a toda la familia como si fuera la suya propia.
La estima entre ambas partes era recíproca por lo que pudo disfrutar de eternas y estimulantes charlas con el viejo, momentos de juegos con los más pequeños de la casa, confidencias con Helena, a la que era imposible no querer por su divertida forma de ser, y como siempre alguna que otra clase gastronómica de manos de Esther, más conocida por todos como "Teté", una mujer ya mayor de ojos inescrutables y origen español a la que Giuseppe contrató en Suiza cuando Zhu Yingtai falleció para que cuidara de Luciana y de Helena mientras él salía a la faena. Y a la que se llevaron a Napoles cuando Giuseppe decidió que sería mejor regresar dado su delicado estado de salud por aquel entonces.
Todo iba bien hasta que la noche antes de partir Nick, cuando toda la casa dormía, Nana se coló dentro su habitación.
Él acababa de quedarse dormido cuando se despertó sobresaltado al notar que alguien le ponía la mano en la boca.
La ventana estaba abierta y al abrir los ojos la luz de la luna le descubrió a una Luciana desnuda sentada al borde de su cama.
Nick hizo intención de decir algo pero ella volvió a ponerle la mano en la boca y se llevó la otra mano a su boca para indicarle que se mantuviera en silencio.
Para mayor sorpresa vio como Nana se recostaba en la cama junto a él.
Se miraron en la oscuridad durante un tiempo que Nick no supo calcular.
Luciana acercó su mano al rostro de Nick y acarició sus mejillas y después, suavemente, su pelo.
Atrajo su cabeza hacía ella y comenzó a besarle.
Su lengua sabía a deliciosa menta y él sabía por qué.
A Nana le gustaba tomarse un té con menta antes de irse a dormir. Una costumbre que ella mantenía desde un viaje que ambos hicieron a Casa Blanca el primer año que se conocieron.
Nick sabía que lo que estaba sucediendo no traería nada bueno. No quería volver a enamorarse de Nana, otra vez no, pero tampoco quería que aquello parara.
Se besaron, se acariciaron, se lamieron. Se dejaron llevar por el deseo que siempre habían sentido el uno por el otro.
No hubo palabras, tampoco las necesitaron, se conocían demasiado. Sabían perfectamente lo que tenían que hacer para regalarse un placer desmedido. El sexo entre ellos siempre fue generoso, natural, curioso, apasionado, divertido.
Cuando terminaron de gozarse, sudorosos, jadeantes, abrazados, notando la sangre enloquecida correr por sus cuerpos y aun unidos como un solo cuerpo, Luciana susurró un débil "perdóname".
Esta vez fue Nick quien puso su mano sobre los labios de Luciana.
Los dos sabían que aquello no supondría ningún cambio en sus vidas, las cuales seguirían su camino sin tomar cruce ninguno. Adelante, quizá más cerca la una de la otra, pero nada más.
Y aunque conocer las cartas del juego le daba confianza, escuchar su voz siempre le hacía removerse por dentro.
- Hola Nick, ¿qué tal va todo?
- No me puedo quejar, y tú, ¿qué es de tu vida?
- Sin novedad, ya sabes..., imagino que llamas para hablar con papá
- Sí, necesito hacerle una consulta.
- Está con el doctor en la biblioteca, ¿quieres que le de algún recado?
- ¿Le ocurre algo malo, Nana?
- No, solo se trata de un chequeo rutinario, nada importante.
- Ah, está bien.
- Le diré que te llame..., espera Nick, creo que el doctor ya se ha marchado. Te voy a pasar la llamada a la biblioteca.
- Gracias Nana.
- Cuídate Nick- y antes de que Nick pudiera decir nada más, se escucharon varios tonos.
- Pronto!
- ¿Como estás Giuseppe?
- ¡Nick!, ¿cómo te va la vida, hijo?- le preguntó Giuseppe con tono alegre.
- Bien, no me puedo quejar. Trabajo no me falta.
- Y es por trabajo por lo que me llamas, ¿verdad?
- Sí.
- Nick, ya sabes que no me gusta tratar temas de trabajo por teléfono. - Nick ya sabía lo que el viejo le iba a proponer. - ¿por qué no vienes a pasar unos días con nosotros y me lo cuentas?
- Lo sé, por eso estoy en el aeropuerto, listo para embarcar, pero no podré quedarme mucho tiempo.
A través de la linea se escuchó la carcajada del viejo Giuseppe - Bien hijo, te mandaré a Tonino para que te vaya a recoger.
- Llegaré a las 20.00
- Perfecto Nick. Todos se alegrarán mucho de verte.
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Le había costado mucho tiempo superar aquella ruptura. Siguió enamorado de ella mucho tiempo después. Y aunque él creía estar convencido de que aquello ya era agua pasada, lo ocurrido hace tres años volvió a resucitar viejos fantasmas que le acompañaban en silencio hasta el día de hoy.
Estaba convencido de que su especialidad eran las relaciones tortuosas. Luciana y Teza eran una prueba de ello.
Pero lo de Luciana se había vuelto a convertir en un libro sin terminar.
Si cerraba los ojos unos segundos aun podía percibir el perfume de su piel, suave, tibia y aun firme.
Nick nunca perdió el contacto con la familia de ella. Esos lazos de cariño y amistad siempre se mantuvieron fuertes y vivos.
Cada cuatro o cinco años, Nick viajaba hasta Nápoles para ver a todos, especialmente a Giuseppe, al que quería casi como a un padre.
Giuseppe siempre le insistía en que se quedara allí con ellos viviendo, trabajando. Pero Nick prefería mantenerse del lado de la legalidad. Intentando evitar cualquier contacto con cualquiera de los asuntos turbios que rodeaban a la familia del napolitano.
Tres años atrás, durante el verano más caluroso que él recordaba haber vivido, Giuseppe le llamó para encargarle un trabajo. Todo legal. Una pequeña investigación sobre un posible socio con el que estaban valorando iniciar un "business".
Después de recabar toda la información necesaria, Nick cogió un vuelo rumbo a Napoles para informar a Giuseppe de sus averiguaciones y aprovechar para pasar unos días con ellos, pues hacía ya bastante tiempo que no los veía.
La estancia en casa de "el Napolitano" resultó tan agradable como siempre. Conocía a toda la familia como si fuera la suya propia.
La estima entre ambas partes era recíproca por lo que pudo disfrutar de eternas y estimulantes charlas con el viejo, momentos de juegos con los más pequeños de la casa, confidencias con Helena, a la que era imposible no querer por su divertida forma de ser, y como siempre alguna que otra clase gastronómica de manos de Esther, más conocida por todos como "Teté", una mujer ya mayor de ojos inescrutables y origen español a la que Giuseppe contrató en Suiza cuando Zhu Yingtai falleció para que cuidara de Luciana y de Helena mientras él salía a la faena. Y a la que se llevaron a Napoles cuando Giuseppe decidió que sería mejor regresar dado su delicado estado de salud por aquel entonces.
Todo iba bien hasta que la noche antes de partir Nick, cuando toda la casa dormía, Nana se coló dentro su habitación.
Él acababa de quedarse dormido cuando se despertó sobresaltado al notar que alguien le ponía la mano en la boca.
La ventana estaba abierta y al abrir los ojos la luz de la luna le descubrió a una Luciana desnuda sentada al borde de su cama.
Nick hizo intención de decir algo pero ella volvió a ponerle la mano en la boca y se llevó la otra mano a su boca para indicarle que se mantuviera en silencio.
Para mayor sorpresa vio como Nana se recostaba en la cama junto a él.
Se miraron en la oscuridad durante un tiempo que Nick no supo calcular.
Luciana acercó su mano al rostro de Nick y acarició sus mejillas y después, suavemente, su pelo.
Atrajo su cabeza hacía ella y comenzó a besarle.
Su lengua sabía a deliciosa menta y él sabía por qué.
A Nana le gustaba tomarse un té con menta antes de irse a dormir. Una costumbre que ella mantenía desde un viaje que ambos hicieron a Casa Blanca el primer año que se conocieron.
Nick sabía que lo que estaba sucediendo no traería nada bueno. No quería volver a enamorarse de Nana, otra vez no, pero tampoco quería que aquello parara.
Se besaron, se acariciaron, se lamieron. Se dejaron llevar por el deseo que siempre habían sentido el uno por el otro.
No hubo palabras, tampoco las necesitaron, se conocían demasiado. Sabían perfectamente lo que tenían que hacer para regalarse un placer desmedido. El sexo entre ellos siempre fue generoso, natural, curioso, apasionado, divertido.
Cuando terminaron de gozarse, sudorosos, jadeantes, abrazados, notando la sangre enloquecida correr por sus cuerpos y aun unidos como un solo cuerpo, Luciana susurró un débil "perdóname".
Esta vez fue Nick quien puso su mano sobre los labios de Luciana.
Los dos sabían que aquello no supondría ningún cambio en sus vidas, las cuales seguirían su camino sin tomar cruce ninguno. Adelante, quizá más cerca la una de la otra, pero nada más.
Y aunque conocer las cartas del juego le daba confianza, escuchar su voz siempre le hacía removerse por dentro.
- Hola Nick, ¿qué tal va todo?
- No me puedo quejar, y tú, ¿qué es de tu vida?
- Sin novedad, ya sabes..., imagino que llamas para hablar con papá
- Sí, necesito hacerle una consulta.
- Está con el doctor en la biblioteca, ¿quieres que le de algún recado?
- ¿Le ocurre algo malo, Nana?
- No, solo se trata de un chequeo rutinario, nada importante.
- Ah, está bien.
- Le diré que te llame..., espera Nick, creo que el doctor ya se ha marchado. Te voy a pasar la llamada a la biblioteca.
- Gracias Nana.
- Cuídate Nick- y antes de que Nick pudiera decir nada más, se escucharon varios tonos.
- Pronto!
- ¿Como estás Giuseppe?
- ¡Nick!, ¿cómo te va la vida, hijo?- le preguntó Giuseppe con tono alegre.
- Bien, no me puedo quejar. Trabajo no me falta.
- Y es por trabajo por lo que me llamas, ¿verdad?
- Sí.
- Nick, ya sabes que no me gusta tratar temas de trabajo por teléfono. - Nick ya sabía lo que el viejo le iba a proponer. - ¿por qué no vienes a pasar unos días con nosotros y me lo cuentas?
- Lo sé, por eso estoy en el aeropuerto, listo para embarcar, pero no podré quedarme mucho tiempo.
A través de la linea se escuchó la carcajada del viejo Giuseppe - Bien hijo, te mandaré a Tonino para que te vaya a recoger.
- Llegaré a las 20.00
- Perfecto Nick. Todos se alegrarán mucho de verte.
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FRIKADAS DE LA TETA,
LA Sr. Q,
RELATOS
miércoles, 14 de marzo de 2012
La Sra. Q (II)
Se pasó más de media noche mirando al techo y pensando en todo lo que había ocurrido aquella tarde.
Le resultaba imposible quitarse la imagen de aquella mujer de la cabeza. No había forma de conciliar el sueño y el calor que hacía en su apartamento no ayudaba tampoco.
Otra vez se había estropeado la maldita caldera y era imposible bajar el termostato de los 30º.
Estaba tumbado sobre la cama y solo llevaba puestos los calzoncillos, pero aun así el calor se le hacía insoportable.
Se levantó de la cama y se acercó a la ventana a fumarse el décimo cigarro de la noche, pero después de encenderlo y darle dos caladas, lo apagó y se fue a su mesa de trabajo para coger la nota que había dejado aquella mujer dentro del libro.
No le hacía falta leerla porque sabía perfectamente lo que ponía pero cogerla le hizo sentirse más cerca de aquella atractiva mujer. A pesar del calor sintió como se le erizaba el vello.
Aun no eran las seis de la mañana pero decidió ponerse en marcha. Presentía que le esperaba un largo día.
Después de darse una ducha bien fría, se puso una toalla atada a la cintura y se fue a la cocina a poner en marcha la cafetera.
Mientras terminaba de secarse pudo ver en el espejo que a pesar de la mala noche que había pasado, tenía un aspecto bastante decente.
Aunque ya había pasado de los cuarenta, su cuerpo no tenía nada que envidiar al de ningún venteañero. Aquellos dioses de los que su madre siempre le hablaba en su niñez, le habían agraciado con un cuerpo atractivo y fácil de mantener en forma. Quizá por eso, nunca había puesto especial atención en cuidarlo.
Se vistió con ropa cómoda. Unos jeans desgastados, camiseta de algodón blanca y un jersey de lana fino. Se calzó las deportivas y mientras se tomaba el café fue preparando la mochila con lo que creyó necesitaría ese día.
Aun era pronto para contactar con nadie pero ya tenía claro que solo habría una persona sobre la tierra que le podría asesorar con seguridad sobre el asunto de la Sra. Q.
Giuseppe "el napolitano".
Él conocía lo que se cocía en la mafía china tan profúndamente como podía conocer a la camorra napolitana.
Integrante e hijo del que fuera durante muchos años la mano derecha del capo de la camorra napolitana, con 29 años conoció a Zhu Yingtai, hija de un conocido mafioso chino, durante una fiesta que se celebraba en Niza para festejar los 90 años de Chen Zanghao, gran patriarca de una de las bandas mafiosas más importantes de China.
Durante aquella celebración se llevaron a cabo varios acuerdos entre las bandas, pero algún integrante de la mafia china intentó sacar más provecho de lo acordado y las relaciones se rompieron de la peor manera.
Meses después, Giuseppe y Zhu viendo que cada vez les resultaba más complicado y peligroso mantener su relación en la sombra decidieron fugarse a Suiza y poner tierra de por medio con ambos clanes.
De aquella unión nacieron Luciana Zhu y Helena Zhu. Pero la vida de Zhu Yingtai se apagó durante el parto de su última hija.
Giussepe crió a sus hijas varios años solo hasta que una angina de pecho y el miedo a dejarlas solas en un pais donde no tenían a nadie a quien recurrir, le hizo tomar la difícil decisión de volver a casa. A su Nápoles natal.
La acogida en el seno familiar después de tantos años no fue tan delicada como él esperaba pero el precio a pagar sí iba a resultar caro.
Giuseppe tendría que ocupar el lugar de su padre en clan.
Seis meses antes de la llegada de Giuseppe a Nápoles, éste había fallecido de un infarto agudo de miocardio mientras dormía.
Nick conoció a Luciana en un viaje a Roma y aquel encuentro hizo que Nick pasara largas temporadas visitando tierras italianas.
Todos pensaban que aquello acabaría en boda pero Luciana cambio de idea cuando conoció a Miguelino, un chulo de tres al cuarto, marchante de arte y estafador que después de dejar embarazada a Luciana se largo por "recomendaciones" de Giuseppe ante su negativa a pasar por la vicaría.
De todo aquello, no solo acabaron con el corazón roto Luciana y Nick. El propio Giuseppe sufrió con la marcha definitiva de Nick, del cual tenía toda su confianza y estima.
Nick marcaba el teléfono de la casa familiar de Giuseppe y cientos de recuerdos de aquellos tiempos volvieron a su memoria.
Mientras intentaba digerir aquellos recuerdos agridulces, alguien descolgaba el aparato en una casa en el barrio del Vomero, a miles de kilómetros de la ciudad que se hallaba bajo sus pies.
- Pronto...
- Hola Nana, soy Nick
Continuará...
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Le resultaba imposible quitarse la imagen de aquella mujer de la cabeza. No había forma de conciliar el sueño y el calor que hacía en su apartamento no ayudaba tampoco.
Otra vez se había estropeado la maldita caldera y era imposible bajar el termostato de los 30º.
Estaba tumbado sobre la cama y solo llevaba puestos los calzoncillos, pero aun así el calor se le hacía insoportable.
Se levantó de la cama y se acercó a la ventana a fumarse el décimo cigarro de la noche, pero después de encenderlo y darle dos caladas, lo apagó y se fue a su mesa de trabajo para coger la nota que había dejado aquella mujer dentro del libro.
No le hacía falta leerla porque sabía perfectamente lo que ponía pero cogerla le hizo sentirse más cerca de aquella atractiva mujer. A pesar del calor sintió como se le erizaba el vello.
Aun no eran las seis de la mañana pero decidió ponerse en marcha. Presentía que le esperaba un largo día.
Después de darse una ducha bien fría, se puso una toalla atada a la cintura y se fue a la cocina a poner en marcha la cafetera.
Mientras terminaba de secarse pudo ver en el espejo que a pesar de la mala noche que había pasado, tenía un aspecto bastante decente.
Aunque ya había pasado de los cuarenta, su cuerpo no tenía nada que envidiar al de ningún venteañero. Aquellos dioses de los que su madre siempre le hablaba en su niñez, le habían agraciado con un cuerpo atractivo y fácil de mantener en forma. Quizá por eso, nunca había puesto especial atención en cuidarlo.
Se vistió con ropa cómoda. Unos jeans desgastados, camiseta de algodón blanca y un jersey de lana fino. Se calzó las deportivas y mientras se tomaba el café fue preparando la mochila con lo que creyó necesitaría ese día.
Aun era pronto para contactar con nadie pero ya tenía claro que solo habría una persona sobre la tierra que le podría asesorar con seguridad sobre el asunto de la Sra. Q.
Giuseppe "el napolitano".
Él conocía lo que se cocía en la mafía china tan profúndamente como podía conocer a la camorra napolitana.
Integrante e hijo del que fuera durante muchos años la mano derecha del capo de la camorra napolitana, con 29 años conoció a Zhu Yingtai, hija de un conocido mafioso chino, durante una fiesta que se celebraba en Niza para festejar los 90 años de Chen Zanghao, gran patriarca de una de las bandas mafiosas más importantes de China.
Durante aquella celebración se llevaron a cabo varios acuerdos entre las bandas, pero algún integrante de la mafia china intentó sacar más provecho de lo acordado y las relaciones se rompieron de la peor manera.
Meses después, Giuseppe y Zhu viendo que cada vez les resultaba más complicado y peligroso mantener su relación en la sombra decidieron fugarse a Suiza y poner tierra de por medio con ambos clanes.
De aquella unión nacieron Luciana Zhu y Helena Zhu. Pero la vida de Zhu Yingtai se apagó durante el parto de su última hija.
Giussepe crió a sus hijas varios años solo hasta que una angina de pecho y el miedo a dejarlas solas en un pais donde no tenían a nadie a quien recurrir, le hizo tomar la difícil decisión de volver a casa. A su Nápoles natal.
La acogida en el seno familiar después de tantos años no fue tan delicada como él esperaba pero el precio a pagar sí iba a resultar caro.
Giuseppe tendría que ocupar el lugar de su padre en clan.
Seis meses antes de la llegada de Giuseppe a Nápoles, éste había fallecido de un infarto agudo de miocardio mientras dormía.
Nick conoció a Luciana en un viaje a Roma y aquel encuentro hizo que Nick pasara largas temporadas visitando tierras italianas.
Todos pensaban que aquello acabaría en boda pero Luciana cambio de idea cuando conoció a Miguelino, un chulo de tres al cuarto, marchante de arte y estafador que después de dejar embarazada a Luciana se largo por "recomendaciones" de Giuseppe ante su negativa a pasar por la vicaría.
De todo aquello, no solo acabaron con el corazón roto Luciana y Nick. El propio Giuseppe sufrió con la marcha definitiva de Nick, del cual tenía toda su confianza y estima.
Nick marcaba el teléfono de la casa familiar de Giuseppe y cientos de recuerdos de aquellos tiempos volvieron a su memoria.
Mientras intentaba digerir aquellos recuerdos agridulces, alguien descolgaba el aparato en una casa en el barrio del Vomero, a miles de kilómetros de la ciudad que se hallaba bajo sus pies.
- Pronto...
- Hola Nana, soy Nick
Continuará...
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FRIKADAS DE LA TETA,
LA Sr. Q,
RELATOS
lunes, 12 de marzo de 2012
La Sra Q.
Escogió una mesa cerca del gran ventanal que daba a la calle.
Era un día lluvioso y gris. Apenas se podían distinguir las caras de los transeúntes. Un baile de gabardinas y paraguas era todo el espectáculo visible tras el cristal.
Colocó su abrigo en el perchero que había colgado en la pared y se acomodó en la silla de forma que desde su posición podía ver a todo el que entraba y salía del local.
La camarera se acercó contoneando sus hermosas caderas y se colocó frente a él, libreta en mano.
Él no esperó a que ella le preguntara. Nunca lo hacía.
- Lo de siempre. Gracias.
Y Annette se marchó como había llegado, en silencio.
No sabía si por el día o por qué pero hoy se había levantado con la sensación de tener una sombra rondándole la cabeza. Lo cierto es que sí sabía qué era lo que le rondaba.
Teza no se había ido, seguía ahí, metida en su mente. No conseguía que saliera de su pensamiento. Ella siempre sabía como atormentarle, incluso cuando les separaban miles de kilómetros.
- Aquí tienes tu café, Nick.
El viejo le había traído su café humeante, y eso le hizo sentirse nuevamente incomodo.
Siempre era mejor cuando Annette le traía el café y le mostraba descaradamente el escote mientras se agachaba de forma exagerada para servirle la leche.
- Gracias Rock, ¿como va la cosa? - le preguntó al viejo, aunque ya sabía cual iba a ser la respuesta. Siempre era la misma.
- Jodidamente Nick, estos cabrones nos van a llevar a la ruina- y mientras decía la útlima palabra se dio la vuelta y se marchó refunfuñando.
Miró de nuevo su teléfono y comprobó que no tenía ningún mensaje nuevo. Estaba a punto de coger el sobre del azucarillo cuando de pronto se escuchó la campanilla de la puerta. Levantó la cabeza y la vio entrar.
No podía explicar por qué, pero sabía que ella era la persona que estaba esperando. Así se lo había dicho ella misma cuando le llamó desde un teléfono oculto, como hacían todos los contactos, "sabrá que soy yo cuando me vea".
Se quitó el pañuelo que cubría su cabeza y se acercó con paso tranquilo y sensual hasta la mesa de Nick.
Sin quitarle la mirada de encima se sentó en frente de él. Dejó sobre la mesa su bolso y el libro que llevaba en la mano.
Sin decir nada, le estuvo observando durante unos segundos y luego le quitó el sobre del azúcar que llevaba en la mano.
Lo abrió lentamente, mientras seguía clavándole la mirada y casi sin pestañear. Vertió el contenido en la taza de Nick y después cogió la cucharilla, la introdujo en la taza y removió despacio el café.
Cuando terminó, la dejó sobre el platillo. Cogió la taza por el asa y le dio un pequeño sorbo.
Volvió a dejar la taza sobre el plato, sacó del bolso un pañuelo de hilo fino con el que se limpió los labios. Guardó nuevamente el pañuelo en el interior del bolso y se levantó.
Se quedó de pie, junto a él, mirándole, como esperando a que él dijera algo. Pero Nick no supo qué decir. No entendía nada. Se sentía confuso.
Nunca antes había tenido que ver a ningún contacto. Sus trabajos siempre eran anónimos. Sus pagadores nunca daban la cara. Sus clientes solo eran números para él.
No entendía por qué esta vez la clienta había querido conocerle en persona. Ni siquiera sabía en que consistía su misión.
Después de unos segundos ella cogió su bolso, se dio la vuelta y se encaminó hacia la puerta del bar. Agarró el picaporte de la puerta y tiró de él volviendo a hacer sonar la campanilla que colgaba del techo, pero antes de salir se giró y volvió a mirarle.
Nick sintió como el corazón le latía fuertemente. Le pareció ver un brillo extraño en los ojos de la desconocida y un ligero temblor en la comisura de sus labios.
Pestañeó y cuando abrió los ojos ella ya no estaba allí.
Durante varios minutos se quedó inmóvil, mirando la puerta, esperando que volviera a entrar, echando de menos a esa mujer de la cual no conocía nada, ni su nombre tan si quiera.
Y mientras se preguntaba como se podía echar de menos a alguien que no se conocía, bajó la mirada y vio el libro que ella había dejado en la mesa minutos antes.
Levantó la mano e hizo amago de cogerlo pero su mano se paralizó a medio camino. Dudó, y luego alargó la mano hasta cogerlo.
Le sorprendió ver que era la versión de Samuel Griffith de "El arte de la guerra" de Sun Tzu.
Nick no lo había leído pero lo conocía. Tenía muchas referencias sobre el autor chino y sus estrategias militares.
Lo tomó entre sus manos y pasó rápidamente sus hojas. Al hacerlo una pequeña nota cayó y a punto estuvo de colarse en su taza de café.
En la nota se podía leer un texto muy breve con una caligrafía fina y un trazo firme.
Nick leyó la nota mentalmente y volvió a mirar en dirección a la puerta con la esperanza de volver a ver entrar a la misteriosa mujer, pero ella no apareció.
Bajo la mirada y volvió a leer, esta vez en voz baja.
"No siempre en el amor y en la guerra vale todo. La banda de Xiao Jiu Wu tiene retenida a la "Reina".
Usted pone el precio. Mañana le llegará un sobre con el listado de los agentes colaboradores. Q."
Continuará...
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LA Sr. Q,
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