"...El placer ha sido mio..."

...El placer ha sido mío...

SACRIFICIO
(RAE): Acción a que alguien se sujeta con gran repugnancia por consideraciones que a ello le mueven.

No, señores y señoras, dar el pecho no debe ser un sacrificio. Debe ser un PLACER.

miércoles, 12 de mayo de 2010

PARTO Y POSTPARTO, parte VII (final)




Y fueron felices y comieron ...bocadillo de jamón "pata negra"



Era una sala grande, había muchas camas, no sabría decir exactamente, pero seguro que por lo menos había 15 o 20. La mayoría de la gente estaba despierta y todas eran mujeres. Un par de horas antes de irme llegó un hombre y le colocaron al final y tapado con unas cortinas.

Aquello me recordó cuando me operaron hace 7 u 8 años y me desperté en una sala como esa. A mi izquierda había un hombre que no hacía más que mirarme. Yo como estaba todavía colocadísima lo veía todo como una medio alucinación. Hasta que llegó un enfermera y me subió la sabana que tenía tapándome sólo medio cuerpo. Entonces caí en lo que estaba mirando el hombre. Mis tetas.
En ese momento me daba absolutamente todo igual. Y me hubiera dado igual estar totalmente desnuda. Estaba súper feliz, menudo colocón llevaba.
En ese momento que me encontraba bastante revuelta, recordé al tío asqueroso que me miraba las tetas sin disimulo y pensé. Joder que tío más repugnante, acaba de salir de una operación, seguro que no se sentiría muy allá y aun así tenía ganas de estar mirándome las tetas. Joder, algunos tíos son increíbles!.

Creo que dormí una hora y media en todo el tiempo que estuve en la REA.
Las enfermeras venían a comprobar la orina, la tensión, la temperatura, etc.
En cuanto pude, empecé a mover los pies y las piernas y además procuraba hacerlo descaradamente para que vieran los bien que estaba. Quería que me subieran a planta lo antes posible para ver al boliche.

Sobre las 12.00 dejaron pasar a mi esposísimo y a mi madre para que me vieran 10 minutos. Me dijeron que el bolichín estaba bien y que era muy guapo. Ah! Y que no tenía mucho pelo, justo como a mí me gustan. Peloncetes.
No sabían hasta que hora me tendrían allí. Me dieron un beso, me dijeron que durmiera un poco y allí me dejaron otra vez rodeada de gente pero a la vez muy sola.

Las horas pasaban y yo no hacía más que preguntar cuando me iban a subir a planta pero nadie me decía nada. Solo me decían duerme que te va a hacer falta.
Y yo que soy terca como una mula, hacía esfuerzos sobre humanos para no dormirme y que vieran que estaba perfectamente. Lista para irme.
De vez en cuando venía un médico me apretaba mucho la tripa, a veces tenía ganas de llorar del dolor pero me aguantaba y decía que casi no me dolía porque estaba muy bien. Lista para irme.
Seguían pasando las horas, eliminé muy bien la anestesia. Lista para irme. Lista para irme. ¡LISTA PARA IRME!

Empezaba a desesperarme. Cambiaron el turno y me dijeron que me llevarían a planta enseguida. Pero aun así me tuvieron 1 hora más.

Cuando por fin me subieron a la habitación. Yo estaba como loca por coger a mi hijo, pero no estaba allí. Seguía en el nido. Pero por qué?.
Estoy de acuerdo en que no me lo llevaran a la REA, aunque no en la cantidad de horas que me tuvieron allí innecesariamente. Pero que estuviera mi hijo en el nido estando su padre en la habitación me parece una locura. Por que tiene que estar sólo en el nido si su padre puede darle todo el calor que necesita y el amor necesario para aguantar la espera hasta que llegue su mamá.

Como todo te pilla de nuevas pues nada, haces el pardillo al máximo. Es más después de llevar media hora en la habitación y después de decirle a 2 enfermeras que me trajeran al niño. Tuve que ponerme borde y decirle a una enfermera que o me traían al niño o me tiraba de la cama y me iba a rastras a por él.
Tres minutos después me trajeron al boliche.

Había estado 8 largas horas separada de él. Se me hicieron eternas. Sin duda alguna lo pero de todo fue esa espera. La ansiedad era más dolorosa que las contracciones. Lo juro.
Las hormonas, locas es decir poco, la ansiedad, la emoción, el miedo, la incertidumbre. Una mezcla explosiva, pero cuando me lo pusieron encima me negué a llorar, no sé como me aguanté con lo llorona que soy, pero no quería que me pasara como en el quirófano.

Que sensación más indescriptible, es más, no os la puedo describir. Sólo se que es lo mejor que me ha pasado en la vida. Los flechazos existen. Yo me enamoré en cinco segundos de un desconocido. Hubiera dado la vida por él en ese mismo instante si me lo hubieran pedido.
Algunos pensareis que a lo mejor exagero un poco, pero no es así. De hecho, a veces pienso que no puede ser bueno querer tanto a alguien.

Sus manitas, su carita tan suave. Estaba morenito!, tenía unos mofletillos. Era tan delicado, parecía tan indefenso.

Dos horas después me pude desquitar tranquilamente y llorar a moco tendido. Pero de felicidad, claro.

La recuperación de la cesárea fue mejor de lo que yo pensaba. Incluso me tenían
que repetir mil veces que no hiciera ciertas cosas porque podía abrirse la herida, pero como yo me encontraba muy bien, pues quizá hacía cosas que no debía.

Para un recuperación tan milagrosa influyó bastante los bocadillos de jamón que me pasaba mi padre bajo cuerda.

Pobrecillo, le dije que no se le ocurriera presentarse en el hospital sin un bocata de jamón o no le dejaría conocer a su nieto. Y me trajo 1/2 kilo de jamón, pero del bueno. De ese que cuesta 90 euros/kg y se deshace en la bocaaaaaaaaa. Se me hace la boca agua acordándome.

Estuve cenando todas las noches mi bocadillo de jamón a escondidas de las enfermeras y les hacía comerse lo que me traían en la bandeja a mi esposísimo o a mi madre para que no me descubrieran y me echaran la charla. Maldita toxoplasmosis.



El resto de estancia en el hospital fue un poco agobiante, no pude dormir casi nada porque gracias a la maldición del celador el boliche nos dió casi todas las noches. Bueno también tenía que ver que no me había subido la leche y el boliche era muy tragóncete.
Aparte de eso, el teléfono no paró de sonar y la gente venía de visita incluso en la hora de la siesta.

El domingo 21 de diciembre nos dieron el alta a las 18.00, también me tuve que medio pelear para que me la dieran pronto porque como el médico que había era el de guardia, pues no quería andar de altas y esas cosillas.

Al día siguiente ya en casita me desperté con el mejor regalo de cumpleaños que me han hecho nunca. Y curiosamente se me olvidó soplar las velas porque no hubo tarta. Algo impensable en mí.
Yo que soy la organizadora numero 1 de cumpleaños, que me encantan y disfruto con ellos. Será una chorrada pero siempre me han gustado y procuro que todo el mundo tenga su tarta y sus velas y su cumpleaños feliz incluido.
Pero ese año tenía algo más importante que celebrar.

Bueno y hasta aquí “el parto la burra”. La verdad es que me he sorprendido a mi misma porque una vez metida en la historia, he recordado muchas cosas que creía olvidadas.
Incluso se me ha escapado alguna que otra lagrimilla mientras plasmaba en el ciber papel mis recuerdos. Como no podía ser de otra forma. Si es que soy una llorona.
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