"...El placer ha sido mio..."

...El placer ha sido mío...

SACRIFICIO
(RAE): Acción a que alguien se sujeta con gran repugnancia por consideraciones que a ello le mueven.

No, señores y señoras, dar el pecho no debe ser un sacrificio. Debe ser un PLACER.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Profesor de (mala) educación vial

Venía yo tan tranquila esta mañana al trabajo, cuando me paro en un semáforo y mientras que esperaba que se abriera el disco (como dice mi padre) estaba yo pensando en todo lo que necesito comprar para hacerle una tarta al padre de mi esposísimo, osease mi suegro.

Ha sido su cumple esta semana pero lo vamos a celebrar el fin de semana. Me ha costado mogollón encontrar un ingrediente que se llama Cremor Tártaro y que se supone que no es tan complicado de localizar.
Al parecer lo venden en las farmacias y/o en las droguerías. Pero claro como somos tan modernos, pues las droguerías de antes ahora son perfumerías que sólo venden perfumes, geles, cremas y mata mosquitos…
¿Donde han quedado las tiendas de toda la vida?, esas del mostrador de madera vieja con olor a potingues raros, esencias, ceras y alcoholes.

Bueno el caso es que ya lo he encontrado. Después de dar mil vueltas por internet, claro, porque mi farmacéutico me ha mirado con cara de “aquienquieresenvenenar” cuando se lo he pedido.

Madre mía como me enrrollo, el caso es que iba yo tan inmersa en mis pensamientos que no me di cuenta de que un coche estaba parado en el carril de la derecha con las luces de emergencia puestas. Parece que estaba esperando a alguien pero tampoco estoy muy segura.

Cuando de repente me pego un susto de la leche porque el coche que se colocó detrás de él empieza a pitar como un energúmeno.
El coche parado estaba a medio metro de mí y el otro detrás. Me he sobresaltado porque he pensado que igual era yo la que estaba haciendo algo mal. No sé, igual estaba en la carretera sin darme cuenta en vez de en la acera.

A veces voy tan ensimismada con mis cavilaciones que no me doy cuenta de las cosas. Incluso alguna vez me he puesto a cruzar una calle sin mirar ni siquiera el semáforo. Pero gracias a dios esto ha pasado muy pocas veces.

El tema es que me he quedado muy sorprendida cuando he visto que el coche que estaba detrás era un coche de autoescuela. Mientras hacia la maniobra de adelantar al coche estacionado veo que el que pitaba era el profesor, no el alumno y que además ha sacado medio cuerpo por la ventanilla para gritarle, literalmente:

Que haces gilipollaaaas!!!, no ves que ahí no puedes parar, tonto los cojones!!!!

No es que me sorprenda de los insultos, entre otras cosas porque yo tengo que reconocer que a veces pierdo los papeles en el coche, sobre todo cuando algún graciosill-o quiere pasarse de listo cuando ve que la que va en el coche de al lado es una tía. Y entonces empiezo a sacar la Belén Esteban que llevo dentro.
Lo que verdaderamente me ha dejado de piedra es que sea un “profesor” de autoescuela el que en plena clase de conducir demuestre una actitud tan poco educativa. ¿O es que ahora también se imparten clases prácticas de insultos en circulación?.

Yo me las debí perder, pero como soy autodidacta…

Ya fuera de broma, tengo que decir que me ha parecido fatal. Qué narices le está enseñando a ese pobre alumno, que por cierto, llevaba una cara de bochorno que ni os cuento. Y no me extraña, yo me hubiera metido debajo de los pedales.
Mal comparado es como si un médico les explicara a sus alumnos como tratar un cáncer de pulmón en un bar con un cigarro en la boca. Pues como que no.

Lo peor de todo es que a mi lado había un abuelo que llevaba a su nieto al colegio. Un niño de unos 5 años que miraba la situación con la misma cara de perplejidad que yo y que su abuelo. ¡Menudo ejemplo!.

Realmente ¿era para tanto?. Seguro que todos hemos parado alguna vez en doble fila, ¿o no?

Además, no creo que sea bueno empezar el día con tanto estrés, tanto grito, tanto insulto, tanto negativismo, tanta agresividad.

Le pongo un negativo.

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