"...El placer ha sido mio..."

...El placer ha sido mío...

SACRIFICIO
(RAE): Acción a que alguien se sujeta con gran repugnancia por consideraciones que a ello le mueven.

No, señores y señoras, dar el pecho no debe ser un sacrificio. Debe ser un PLACER.

miércoles, 1 de junio de 2011

Mi aliado más odiado

Todavía queda mucho para las vacaciones de verano, pero mentalmente ya voy pensando algunas cosillas que tengo que preparar para llevar.
Entre ellas está "mi aliado más odiado" para devolvérselo a su propietaria. El sacaleches.

Hacía tiempo que tenía ganas de contar mi experiencia con ese trasto diabólico que me ayudó a salvar la lactancia, pero nunca encuentro momento y esta semana voy de cabeza pero no me apetecía ir dejándolo atrás.
Tengo mil cosas de las que quiero hablar pero me falta tiempo.

Mi aliado más odiado es de la marca Avent, de tipo manual y me lo dejó una prima mía. Así que como reza el refrán, "a sacaleches prestado no le mires el mecanizado".

Los primeros contactos los mantuvimos en Reyes, cuando Boliche tenía 15 días de vida, por aquel desagradable episodio del agujerito en el pezón, por decirlo fisnamente, y no volvimos a saber más de él, hasta que 1 mes antes de ponerme a trabajar, decidí crear la gran reserva de leche del condado de Bolichelandia.

En esos momentos, Boliche tenía 3 meses y la lactancia materna ya estaba bien establecida.

Las primeras semanas fueron unos momentos difíciles, de agobio y agotamiento.
Siempre preguntándome, ¿por qué no me pueden salir las cosas bien a la primera?

Por aquel entonces mi sueño y yo andábamos reñidos y él se había largado de casa con otra, así que mis noches eran eternas.
Y ese cansancio se arrastraba detrás de mí como una babosa y hacía que cualquier pequeño esfuerzo se convirtiera en toda una odisea.
Recuerdo estar sentada en el sofá de casa con la teta al aire y dale que te pego al mecanismo.
Las primeras semanas me costaba un triunfo sacar algo. A veces después de llevar una hora dándole al tema miraba el vaso y solo habían caído unas gotas.
Ni si quiera llegaba aquello para darle ni 20 ml. Fatal.

Probé a sacarme la leche delante de la cuna de Boliche para estimularme, probé a mirar una foto suya, me daba masajes, también lo intentaba mientras el mamaba, pero me resultaba muy complicado porque me faltaban manos, así que tampoco.

Mi hermano que algunas noches venía a cenar, me miraba con cara de lástima y decía que aquello era inhumano.
Pero claro yo que soy igual de bruta para todo, me ponía a darle candela y me tiraba una hora entera sin parar. Meeec!!! error!!!

Eso no se debe hacer, lo aconsejable es intentar 10 o 15 minutos y descansar por lo menos una hora, peeero como siempre la falta de información y esa facilidad mía por hacer las cosas a lo bruto, volvían a hacer de las suyas.

Ay! madre, que malo es esto de la ignorancia.

El caso es que después de la paliza que les pegúe a estas pobres tetas mías, debieron rendierse y pensar que quizá fuera mejor facilitar las cosas si no querían quedar para el arrastre y de un día para otro aquello empezó a salir como dios manda.

Cuantas veces pienso ahora, lo fácil que me agobiaba en los primeros meses por cuestiones a las que ahora le doy apenas importancia.

Lo bueno fue que empecé pronto, por lo que cuando me tocó reincorporarme, tenía una buena reserva de leche de mami rica rica.
Abrías el congelador y aquello parecía la central lechera asturiana. Todo ordenadito por cantidades, por fechas. La leche, vamos!, nunca mejor dicho.

Cuando empecé a trabajar, diariamente me sacaba aproximadamente 180 ml en diez minutos, era la envidia de las vacas frixonas del lugar. ¡Qué chorro!, ¡qué velocidad de ordeño!, aquello era insuperable...
Aquella leche la guardaba en el frigo para que al día siguiente mi madre pudiera darle la leche fresca a Boliche.
Y si algún día no me podía sacar, no me preocupaba porque podía tirar de las reservas.
Pero era raro el día que no podía. En el trabajo no tenía problema porque estaba sola, con lo que me podía pasear con las domingas al aire si quería sin miedo a que me denunciaran por escándalo público.

Y así estuve desde los 3 meses hasta los 9 meses.
De esta forma siempre tenía leche en el congelador y mi producción no disminuía.

Eso sí, aquello fue un auténtico coñazo. De ahí mi amor-odio a ese maldito cacharro.
Gracias a él pude mantener la lactancia exclusiva sin problemas hasta que comenzamos a introducir la alimentación complementaria cuando me reincorporé al trabajo y además, como comentaba antes, mi producción de leche no se vio mermada en lo más mínimo.

Esos momentos de ir con la teta colgandera de paseo, y todo el día de acá para allá con el porta biberones térmico para que no se estropeara la leche..., que tiempos aquellos!, por suerte o por desgracia, se pasan volando.
Esa leche..., tenía un valor incalculable para mí, era oro líquido, sobre todo por el esfuerzo que suponía todo el proceso de sacar, transportar, conservar, clasificar, etc.

Joer, que despliegue!, pero es que de aquella leche no se podía desperdiciar nada.

Me viene a la memoria un día que estaba en la cocina y el papá de Boliche en un descuido tiró parte de la leche que yo iba a guardar. Buenooooooo!!!!, casi me lo como! y encima me dice que no me ponga así que no era para tanto,. Buuuuuhhhh, tu no sabes lo que has dicho majo, te la vas a cargar!!!! jajajaja
Y efectivamente no era para tanto, dejémoslo en que fue un momento de enajenación transitoria, pero sí, es cierto que para mí en ese momento si era para eso y para más.
Aunque entiendo que es difícil para una persona que lo ve desde fuera no llegar a comprender que eso que acaba de tirar, no solo es leche. Es esfuerzo, es tiempo, es dedicación, es amor.

Por todo ello, aunque reconozco el gran esfuerzo (que no sacrificio*) que conlleva y comprendo al que no quiera pasar por eso, estoy contenta por elegir la opción de sacarme la leche, porque por encima de todo el gran beneficiado siempre iba a ser Boliche.

*Sacrificio: RAE, Acción a que alguien se sujeta con gran repugnancia por consideraciones que a ello le mueven.


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