"...El placer ha sido mio..."

...El placer ha sido mío...

SACRIFICIO
(RAE): Acción a que alguien se sujeta con gran repugnancia por consideraciones que a ello le mueven.

No, señores y señoras, dar el pecho no debe ser un sacrificio. Debe ser un PLACER.

lunes, 11 de julio de 2011

Show must go on

Ya sé que estando de veranito estos temas no apetecen mucho pero es que "la muerte", como diría Julio Iglesias igual que "el quererse" no tiene horario ni fecha en el calendario.
Le da igual que sea verano que invierno, que estés de boda o currando.
Es tan ingrata y tan puta que le da igual que te acabes de jubilar hace un mes o que estés a punto de conocer de conocer a tu hija o al hombre de tu vida, que tengas más dinero que Botín o que vivas debajo de un puente. Da igual.

Viene, te jode y se va.

Y además no se molesta en avisar, ni llama antes de entrar.

Algunas veces te ronda y puedes sentirla, o eso dicen, y otras viene por sorpresa y sin saludar. Sin un flirteo previo que te puede hacer sospechar algo.

¿Para qué? si total el resultado va a ser el mismo.

Menuda golfa sin escrúpulos y sin conciencia.

En menos de 3 años, ha venido a jodernos la vida, bien de cerca, en 3 ocasiones. La última, la semana pasada.


Cuando un ser querido se va, se van muchas cosas con él.
Se van todas sus vivencias, sus experiencias, las cosas que aprendió durante su vida, sus secretos, sus temores y sus ilusiones.
Y todo ello, es de un valor incalculable.

Y los que nos quedamos aquí, solo podemos resignarnos como podamos e "intentar" guardar los recuerdos de los momentos que vivimos junto a ellos.
Y digo "intentar", porque la memoria y los recuerdos si no se marchan del todo, se distorsionan y se transforman hasta que en ocasiones ya no sabemos si lo que recordamos fue así de real o no.

Dudamos de la fidelidad de nuestro recuerdos, y hacemos bien, porque seguro que no se ajustan del todo a la realidad.

Pero por suerte, lo más básico del recuerdo se mantiene, que es el amor. El cual no solo no se distorsiona ni desaparece, sino que paradójicamente, crece de forma inconmensurable.

Yo estoy segura de que, hoy por hoy, quiero más a mis abuelos que cuando viví con ellos, porque a mis recuerdos de aquella época se suma la cantidad de momentos en los que les he echado de menos y me ha hecho falta tenerlos a mi lado.
Y por añadidura, el amor ha crecido todavía más al comprender mejor sus vidas desde la madurez de la experiencia de mi vida como adulta.

Y hablo sobre todo de la vida en pareja y la maternidad.

Unos se van y otros vienen y mientras tú, como mujer... te transformas (en algunas ocasiones).

Vives una metamorfosis kafkiana, pero en plan guay, porque en vez de convertirte en un bicho desagradable te conviertes en madre. Y en mi opinión, eso es lo más grande que le puede pasar a una mujer. Ser madre.

Estas perdidas de seres queridos tan cercanos, además de dolor, me han traído sensaciones contradictorias.

Tristeza (por el que se va y los que se quedan), miedo (mucho), estupefacción (por la forma en que transcurren los acontecimientos), alivio (si se puede llamar así y que además es 100% egoísta porque esta vez aunque ha sido muy cercano, no ha tocado "mi casa" ni la de mis padres), gratitud (no sé a quien o a que, pero me siento con la necesidad de dar las gracias por tener conmigo a "mis más cercanos" junto a mí), dudas (sobre si esta racha se quedará aquí), orgullo (por haber formado parte de la vida del que se va) responsabilidad (por el apoyo que necesitará el que se queda).

En una palabra, que con esto de la muerte uno se queda "descolocao".

En estos casos uno tiene dos alternativas, hundirse en la mierda y revolcarse en ella, que es una opción de los más lícita, o intentar salir de ella lo más dignamente posible.
Para ello, podemos tirar de lo que sea el mayor aliciente en nuestras vidas, en mi caso Boliche.
Y de momento parece que va funcionando.

Es curioso como dos cosas tan diferentes entre ellas como puede ser la muerte y la maternidad, vayan unidas de la mano.
Donde acaba una, empieza otra, y esa rueda nunca deja de girar.

La maternidad me ha hecho ver la muerte desde otro prisma. Me ha hecho temerla más, pero también darle la importancia justa. Ni más ni menos.

Es cierto que me da terror pensar que pueda perderme vivencias tan importantes para mi hijo como verle crecer, hacerse hombre, formarse intelectualmente, desarrollarse socialmente, encontrar el amor, etc, pero eso tampoco puede hacerte frenar, precisamente porque, posiblemente, ese miedo traería el mismo resultado. No disfrutarlo sería igual que perdérselo, aun estando presente. Indudablemente, una estupidez.

Por lo tanto, después de darle vueltas al temita durante toda la semana pasada y como diría..., Freddie Mercury (aunque no tengo ni idea de si la frase original es suya), "the show must go on".