"...El placer ha sido mio..."

...El placer ha sido mío...

SACRIFICIO
(RAE): Acción a que alguien se sujeta con gran repugnancia por consideraciones que a ello le mueven.

No, señores y señoras, dar el pecho no debe ser un sacrificio. Debe ser un PLACER.

martes, 30 de julio de 2013

Try try try. Mi segundo parto.

Llevo tiempo dándole vueltas a la cabeza y al enfoque que me gustaría darle a este post. No es un post cualquiera, es el post de mi segundo parto. Un parto tan diferente del primero, por suerte para Canica y para mí, que no sé por donde empezar. 

Me hubiera encantado hacer un post paralelo comparando punto por punto un parto con otro. Pero no sería justo para nadie. Ni siquiera para ti, apreciado lector.
Si conoces este blog desde sus inicios y te has leído el "anti- parto" recordarás que son como... 7 largos capítulos bien detallados de la cagada que fue el parto de Boliche. Así que, no creo que sea lo ideal...

Por lo taaaaaanto, empecemos por el principio que será lo más fácil.

Y ¿cual es el principio?, pues el principio fue la sabia decisión de elegir un centro hospitalario acorde con mis deseos y que cubriera mis necesidades para intentar conseguir un parto respetado en la medida de posible. Ese hospital fue el Hospital 12 de Octubre de Madrid.
En la medida de lo posible porque yo estaba convencida de que el segundo parto también acabaría siendo una cesárea. Gracias a dios, me equivoqué.

Una vez que ya tenía la tranquilidad de saber que podría parir allí, que lo mío me costó porque hubo problemas con el cambio de expediente y en el Hospital La Paz ya me habían dado fecha para hacerme la cesárea (pero eso ya lo contaré otro día), solo había que esperar a que la pequeña lechoncilla se decidiera a salir.

Y llegó el momento.

Todo empezó con una fisura de bolsa. Sobre las 23.00 de la noche el día 12 de abril (viernes), mientras estaba tumbada viendo la tele, noté de pronto como mojaba la ropa hasta traspasar el pantalón. Como con Boliche no había roto aguas, no sabía exactamente que estaba sucediendo. Aquello era más que el abundante flujo de los día atrás. No llegaba a ser una rotura de bolsa pero comprendí que el baile estaba apunto de dar comienzo. Y yo estaba preparada para ser la reina de la fiesta.

A las 00.00 empezaron las contracciones, así que mandé a mi socio a la cama para que estuviera descansado porque no sabía cuanto podía durar aquello y no quería que me pusiera nerviosa con preguntas. Me quedé en el sofá del salón. A oscuras. Sola. Bueno sola no, no del todo. Tenía a mis comadres al otro lado del wasap para ayudarme en lo que hiciera falta.

Cerré los ojos e intenté relajarme. Cuando empecé a ver que las contracciones eran más seguidas y regulares fui anotándolas en el móvil.

Estaba tranquila, y feliz. Estaba convencida de hacer de aquel parto una experiencia totalmente diferente a la que viví con Boliche. Quería ser la reina del baile, no un monigote al que llevan de acá para allá ajeno a todo y a cualquier decisión.
Nunca me he sentido más fuerte y consciente.Esta vez no me iban a joder la experiencia.

Cuando vi que las contracciones eran ya cada 6-7 minutos, desperté a mi socio, llamé a mi madre para que viniera a quedarse con Boli y me metí en la ducha.

Las contracciones ya hacían pupa y venían cada vez antes, así que estaba contenta. Quería aguantar en casa todo lo posible. Al menos en casa si quería tirarme por el suelo y hacer la croqueta podría hacerlo sin que nadie me molestara.

Estaba incomodísima sentada o tumbada así que me dejé llevar y comencé a hacer lo que me pidiera el cuerpo. Apoyaba los brazos contra la pared como si quisiera derribarla. Me ponía las manos en la cintura y movía las caderas en círculo de forma exagerada en el sentido de las agujas del reloj.

Cada vez me dolía más. Duraban bastante y me dejaban más tocada. Pero estaba concentrada en ellas y estaba tranquila.

Cuando empezaron a venir cada 4 minutos cogimos las cosas y nos fuimos para el hospital. Yo quería esperar un poco más pero mi madre estaba a punto de llevarme por los pelos hasta el coche. Su hubiera podido, hubiera parido ella por mí jajajaja
Eran las 03.40 de la madrugada.

El viaje en coche era lo único que me daba algo de miedo. Tendría que estar todo el trayecto sentada y así me costaba mucho aguantar las contracciones. Pero para mi sorpresa el movimiento del coche me aliviaba bastante el dolor.

Miles de cosas me pasaron en el viaje por la cabeza. Cosas buenas, cosas malas, miedos, ilusión, felicidad. No recuerdo que cosas pensaba. Solo recuerdo que en la radio pusieron la canción de Pink "Try" y pensé que el estribillo me venía al pelo.

Algo así como, "Donde hay deseo, habrá una llama, donde hay una llama, alguien está destinado a salir quemado, pero solo porque te quemes no significa que vayas a morir, tienes que levantarte e intentar, intentar intentar".



Y me vine arriba. Me dio un subidón increíble, sería de las hormonas, o el flipamiento de la situación, que más da, pero me sentía con una fuerza extraordinaria y una confianza en mi misma excepcional. Las sacudidas eran cada vez más fuertes y yo no hacía más que oír en mi cabeza el estribillo. Try try try...

Cuando llegamos al hospital eran las 04.20 me exploraron y me hicieron una ecografía para ver si el bebé estaba bien y que tamaño tenía. Me costó un triunfo tumbarme en la camilla porque solo aguantaba el dolor caminando.
La ginecóloga me dijo que pesaría aproximadamente 3.5 kg (jajajaja que ilusa...). Estaba de 6 cm.

Solo?!?!?!?!?! aquello fue como un mazazo porque las contracciones eran ya cada 2 minutos y me dejaban doblada. No sabía cuanto podría aguantar. Así que les dije que sí, que quería la epidural, pero nada más decirlo les dije, que no, que sería imposible ponérmela porque no era capaz de sentarme, así que como para sentarme en plan toro sentado y aguantar sin moverme. Imposible. Habría que tirar pa'lante como fuera.

Try try try darling, no queda otra.

Ni siquiera era capaz de tumbarme para que me monitorizaran y me pusieran una vía.

Me tiré de medio lado en una camilla entre una contracción y otra para que me pusieran la vía y cuando me vino una contracción que creí que me partía, me agarré la pierna derecha y sin pretenderlo empecé a empujar. La enfermera que me estaba poniendo la vía me preguntó si estaba empujando.

- Mmmmmm creo que sí...

Se fue corriendo a buscar a la ginecóloga para que me explorara y me confirmó que ya estaba en completa dilatación. Solo había pasado medía hora desde que habíamos entrado en el hospital.
Me llevaron al paritorio y la orquesta comenzó a tocar.

Ahora me parece que todo fue rapidísimo y de hecho lo fue (el expulsivo solo duro 25 minutos) pero en aquellos momentos los minutos me parecían horas.
En el paritorio había bastantes personas. Quizá no fuera lo ideal pero absolutamente todos estaban volcados conmigo. Recordé muchos días después todos sus nombres, pero tantos meses después ya no recuerdo ni el de la matrona.
Si digo que todo el personal fue maravilloso conmigo me quedo corta. Me animaron tanto que solo les faltó sacar los pompones y bailar la coreografía, dame una T, dame una E, dame una T, dame una A, TEEETAAAAA!!!! jajajajajaja

Increíbles. Podría pasarme la noche entera (ahora mismo son las... a ver... 02.23 de la madrugada) dando las gracias al personal que me atendió en el parto. Un equipo de diez.

Consultándome todas las decisiones, apoyándome, animándome, respetándome.

El cansancio ya se hacía cada vez más fuerte en mi cuerpo, pero Canica no terminaba de salir. Empujaba con todas mis fuerzas. Tenia las manos de mis socio ayudándome, me levantaban con cada contracción porque no me sentía capaz de empujar tumbada. Me incorporaba para empujar de cuclillas.

Empujar, empujar, empujar. Try, try, try.

Recuerdo decirme a mi misma en voz alta y con cierto deje de rabia, "vamos joder, tengo que poder, tengo que poder!!!"

Y pude. Cuando ya creía que no podría, pude. Cuando creía que si me dolía aquello más, moriría, pude. Porque pensé que más no me podría doler, era imposible.
Con aquel dolor arrebatador desde las entrañas y con toda la fuerza que me quedaba empuje a mi criatura hacía la vida. La cabeza. El cuerpo. Mi hija. Ya estaba allí y yo ya no tenía ni fuerzas para llorar.

La felicidad y el cansancio me invadieron. Había podido. Tenía a mi hija sobre mi.
Quería verla, sentirla, olerla. La hubiera lamido si hubiera sido preciso. Era mi hija, mi sangre.

Toque el cordón, explorándolo, quería saber como era. Pedí que me enseñaran la placenta. Quería participar de todo. Me sentía tan consciente..., verdaderamente había sido la reina en mi baile personal.

Después una mezcla de emociones pidieron su turno. Si bien es cierto, que me sentía agotada, estaba tan feliz y orgullosa de mi que no podía borrar la sonrisa de mi cara. Y mi hija seguía sobre mí. Nadie nos iba a separar. Se me llenaron los ojos de lágrimas recordando las 8 horas que nos tuvieron separados a Boliche y a mi de forma absurda e innecesaria cuando nació. Mi niño. Que ganas tenía de verle y enseñarle a su hermana.

El resto ya tiene poca importancia. Lo importante es que el final fue el final más feliz.

Ya solo queda dar las gracias. Al personal del hospital que fue maravilloso, tanto en el paritorio como en planta. Son momentos duros para la sanidad pública pero esas dificultades no se hicieron notar por su parte.

Gracias a mis comadres, que siempre están ahí en todos los momentos. Da igual los kilómetros que nos separen. Ahí estaban, para animarme, apoyarme, venir a abrazarme a casa o para traerme una lasaña de 3 kilos jajajajajajaja . Os quiero.

Y como no, gracias a mi socio, que me ha dado los regalos más valiosos que puedo desear. Mis cachorros. Te quiero.





Imprimir